sábado, 20 de septiembre de 2014

La grandeza de lo mínimo


  Bien podría haber sido “La isla mínima” la encargada de abrir el 62 Festival de cine de San Sebastián, sin embargo fue Equalizer, debido a la popularidad de su actor Denzel Whasington, la encargada de hacerlo… pero tras ver el pase del nuevo film noir de Alberto Rodríguez muchos nos echamos las manos a la cabeza. “La isla mínima” es una película que va más allá de las generosas cualificaciones que la prensa especializada ha vertido sobre el cartel promocional del filme (“magistral”, “soberbia”, “brillante”, “absorbente”); “La isla mínima” es la culminación de la evolución del cine de género en nuestro país.

  Alberto Rodríguez ya había probado las mieles del éxito con la sorprendente “Grupo 7”, y digo sorprendente porque poca gente esperaba un trabajo tan cuidado del director de “Siete vírgenes”, porque siempre se han mirado con recelo las producciones en las que ha participado Mario Casas y sobre todo porque Antonio de la Torre era entonces un desconocido para el gran público. De “Grupo 7” hasta hoy otros directores jugaron con el cine noir  como la premiada “No habrá paz para los malvados” de Urbizu, mientras otros cineastas probaban géneros hasta ahora poco tocados en nuestra industria como Kike Maíllo con “EVA” o Mateo Gil con el western “Blackthorn”. Todos venían precedidos por el exitoso cine de terror catalán abanderado por directores de la talla de Jaume Balegueró o Paco Plaza, responsables de la saga “[REC]”.


 Visualmente, “La isla mínima” está más cerca de California que de Madrid y las marismas por las que sus protagonistas deberán adentrarse a medida que avance el caso, parecen más bien sacadas del Misisipi y no del Guadalquivir. Alberto Rodríguez reconoció que en su cabeza flotaban películas como “Seven” “Memories of murder” o “Arde Misisipi”, pero que en ningún momento fue “True Detective” uno de sus referentes a la hora de abordar la textura y el climax del filme; “mientras editaba la película, Raúl (Arévalo) me mando un Whatsapp con una foto de Matthew McConaughey y Woody Harrelson y me puso: “Nos han copiao”. Y yo le dije: “Esto que es”.  Cuando la serie de la HBO se estrenó en Estados Unidos, el filem de Rodríguez ya estaba avanzado con la fase de posproducción, por lo que parece fruto de la casualidad que dos productos tan similares, tanto argumental como estéticamente, se hayan producido de manera simultánea, a miles de kilómetros de distancia.
  
  Ante una producción de esta envergadura, lo fácil hubiera sido contar con un equipo de actores internacionales para poder venderlo con más facilidad en el extranjero y, por qué no decirlo, no contar con el infravalorado conjunto de actores de nuestro país. Muchos ya lo habían hecho con anterioridad, de Amenabar a Rodrigo Cortés. Alberto Rodríguez sorprendió a muchos con su casting, ya no por la nacionalidad de sus actores, sino por el hecho de elegir a dos actores encasillados en la comedia como Raúl Arévalo y Javier Gutierrez. Sobre todo, el último de ellos está increíble, su interpretación huele a Goya y su personaje, tan cuidado hasta el más mínimo detalle, aterra y conmueve al mismo tiempo. El papel de ambos hace que no  importe el papel secundario de Antonio de la Torre, escueto pero conmovedor, o el de otros actores que también saben sacar jugo a sus escasas apariciones como Nerea Barros o Jesús Castro, quien alternó el rodaje de la película con el de “El niño” de Daniel Monzón.



El genial trabajo del equipo actoral queda a la altura de guion de Rafael Cobos, de la magnífica fotografía de Alex Catalán y de la conmovedora estampa que Alberto Rodríguez retrata de las marismas del Guadalquivir, el nuevo Misisipi por el que fluye esta fantástica película, tan negra como los culpables de los asesinatos que están por resolver, y tan luminosa como el futuro de uno de los mejores directores del cine español.

Lo mejor: La gran actuación de Javier Gutierrez, a la altura de un personaje tan interesante como complicado de interpretar.

Lo peor:  La aparición escasa, aunque justificada, de Antonio de la Torre.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario