Hace unos días leí, casi de casualidad, en la web del diario Marca una noticia curiosa, apenas clandestina, escondida entre los nuevos fichajes de la mal llamada Liga de las Estrellas, pasando desapercibida. Lo cierto es que no se trata de la típica noticia a la que dan tanto bombo los periodistas deportivos españoles, ni si quiera de una noticia estrictamente deportiva. Sin embargo, constituye una de las bases del nuevo fútbol europeo, ya totalmente capitalista y desprovisto de toda humanidad. ¿Pero no era esto un blog de cine? Les cuento.

En Noruega se encontró con un muchacho nigeriano viviendo en la calle, esperando cumplir 18 años y así fichar por el club que le aseguró un brillante futuro como futbolista; su nombre es John Obi Mikel. Allí lo retenía el Chelsea F.C. junto a dos niños nigerianos que garantizaban la inversión del club inglés. De ninguna manera se trata de rostros anónimos, ni de futbolistas poco conocidos, Messi o Etoó fueron fichados cuando eran menores de edad; el primero con 12 años y el segundo con 11 se encontraba viviendo en las calles de París a la espera de poder cumplir su sueño.
Un sueño que es ofrecido sin piedad a los padres de los menores, los cuales son engañados y manipulados, seducidos con palabras vacías sobre un porvenir y un futuro mejor para sus hijos que ellos no pueden ofrecerles. Son llevados a Europa tras una importante inversión por parte de sus progenitores, cayendo fácilmente en la ruina. Mediante falsas becas, contratos de trabajo y falsificación de pasaportes son transportados a algún barrio bajo europeo donde permanecerán escondidos hasta que cumplan la esperada mayoría de edad, o fracasarán y caerán en la más absoluta pobreza. Son muy halagüeños los casos de Obi Mikel y Samuel Eto´o, otrora niños callejeros que pudieron sobreponerse a las adversidades y triunfar en la vida. Mientras que Eto´o es actualmente uno de los futbolistas mejor pagados, más de 20 millones de euros, Obi Mikel pudo finalmente fichar por el Chelsea tras un verdadero culebrón, con un supuesto secuestro de por medio por parte del Chelsea cuando iba a firmar con el Manchester United.
Desde luego, no todo es de color de rosas, la cara más amarga de esta trata de menores la representa el caso de Dungai Fusini, un marfileño de tan solo 14 años que dormía en el sótano de un restaurante. No asistía al colegio y sin embargo su horario de entrenamiento podía calificarse de esclavista. Finalmente huyó, para ser encontrado al cabo de un mes debajo de un puente y para dar nombre al tráfico ilegal de niños en Italia. Un tráfico muy real y que se encuentra mucho más cerca de lo que se cree, un tráfico de menores demasiado rentable para la sociedad en la que vivimos.
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