sábado, 20 de septiembre de 2014

Entrevista a Raúl Arévalo por "La isla mínima"



¿Qué desafío como actor te ha supuesto trabajar en una película de la envergadura de La isla mínima?
                Lo primero de todo, el trabajar con un director como Alberto Rodríguez, con el que llevaba mucho tiempo queriendo colaborar. Pensaba que de tener la oportunidad de trabajar con él sería mucho más adelante porque los personajes que él suele escribir suelen ser más mayores. Es un director con un equipo con el que lleva trabajando toda la vida; al script, por ejemplo, lo conoce desde los seis años, y eso se nota. A la hora de filmar, la colaboración del equipo hace que no haya puntadas sin hilo. Trabajar con Alberto ha sido mi gran desafío, mi gran regalo en esta película.
¿Qué fue lo que primero te llamó la atención del guión de "La isla mínima"?
                Otra de las cosas buenas que tiene Alberto (Rodríguez) es que sus guiones tratan en profundidad los personajes; las contradicciones de la moral del ser humano, que no todo en la vida es blanco o negro. Mi personaje es un tío con las ideas muy claras pero conforme vaya avanzando la película, verá que en momentos extremos no todo es tan idílico como él creía.


Sabemos que un ex policía te asesoró para preparar tu personaje, ¿cómo fueron esos encuentros?
                Él nos asesoró a Javier (Gutiérrez) y a mí, nos desmitificaba la idea que solemos tener del policía. Nos contaba que siempre había tenido un problema con la violencia y que una vez pegó un puñetazo a un tío, lo tumbó y lo pasó muy mal. Él rechazaba los métodos de otros policías herederos de la España franquista, sin embargo nos confesó que muchas veces le habían sacado las castañas del fuego porque en algunos momentos en los que él se bloqueaba, ellos tenían las ideas muy claras.
¿Con qué personaje de la ficción cinematográfica  crees que encaja tu personaje?
  Yo intento adaptarme a cómo trabajan el director y los actores, al entorno de la película. En este caso vi un documental que para mí fue clave que se llama "Atado y bien atado" que son entrevistas a personas de todo tipo como gente de la calle o políticos de 1978 a 1981. El documental muestra lo que fue de verdad la transición en España, in situ, en aquella época. Se ve claramente que fue un periodo de confusión. No me basé en nadie en concreto del documental, pero a la hora de interpretar algo así no puedes fijarte en películas como "Seven" o "Zodiac" que fueron referentes para Alberto (Rodríguez), sino que tienes que fijarte en alguien español para que parezca más realista ¿De qué manera coges la pistola? Para cosas así intentaba fijarme en policías reales. Es curioso, el otro día me enganché a un programa de televisión que se llama "Policías en acción". Según como veía a los policías del programa, piensas que están muy alejados de las películas de Hollywood.  Son personas totalmente normales.

Raúl Arévalo durante la entrevista en el pasado Festival de San Sebastián

Tu personaje y el de Javier Gutierrez son totalmente opuestos pero ¿Qué crees que es lo que les hace trabajar en equipo?
                Claramente la situación, cuando  dos personas se ven ante una situación límite no les queda otra que apoyarse con el otro para sobrevivir. Si te ponen en una isla desierta con tu peor enemigo o te matas o si quieres sobrevivir intentas colaborar con él para construir una cabaña o pescar. Volviendo a la película, la situación tan extrema, con un ambiente tan hostil en el que no se pueden fiar de nadie salvo de ellos mismos a pesar de ser totalmente dispares en cuanto a pensamientos, hace que la colaboración entre ellos sea más que necesaria y se den cuenta de que no son tan diferentes.
Alberto Rodríguez suele preparar al milímitro sus producciones ¿Ensayastéis antes de rodar la película?
                Ensayamos un mes entero, es algo que nunca había hecho. Parecía teatro, pero gracias a eso cuando rodamos teníamos muy claro como trabajar cada escena. Nos informamos mucho y trabajamos muchísimo los personajes. Es cierto que en cierta medida nuestros personajes son muy herméticos, no muestran apenas sus sentimientos y sabemos muy poco sobre su vida personal. Sin embargo, eso es precisamente lo que Alberto quería, no le interesaba mostrar más de lo necesario y quería cerñirse a contar una historia.
¿De qué manera influyó la ambientación de las marismas del Guadalquivir en el desarrollo de la película?
                Influyó muchísimo, no es lo mismo hacer una película de este tipo con este tipo de ambientación, a  que me grabe con una pistola y sangre en la ropa en mi casa con el movil. Alguno diría: "Pero, ¿qué haces?"  Claro, con este tipo de ambientación, la fotografía de Alex Catalán, con esa lluvia artificial y ese vestuario... a veces miras a un punto fijo y dices: "Cómo molo ¿no?"
¿Cuál fue la escena más dificil de rodar?
                En general fueron escenas muy difíciles de rodar porque la climatología no acompañaba nada; era octubre y noviembre y hacía un calor... a partir de las ocho llegaban mosquitos, muchos, como si estuvieras en el Amazonas, y a partir de las diez de la noche empezaba a refrescar hasta llegar a los tres o cuatro grados bajo cero. Estábamos rodando de noche y el equipo iba con plumas, orejeras y guantes de nieve y nosotros en mangas de camisa, con glicerina a modo de sudor, mojados simulando que hacía calor  y saliéndonos vaho por la boca.  Además, pensábamos que iban a ser muy divertidas las escenas de acción pero para una carrera que nos tuvimos que pegar Javier acabó con una tendinitis en el abductor y yo con una sobrecarga en el cuadriceps y tuvieron que llamar a un fisioterapeuta de Sevilla. Pensábamos: "Joder, para dos cosas que hemos hecho, nos hemos lesionado y Tom Cruise o Denzel Whasingthon lo hacen y están a tope".  La escena del coche también fue dura; teníamos que hacer una persecución al lado de una cuneta donde había agua y los chicos de producción llevaban siempre una piedra en el coche y yo no sabía porqué. Cuando tuve que hacer la escena me pusieron totalmente sólo en el coche y entonces entendí que la piedra era por si te caías para romper el cristal de la ventanilla y poder salir. No hizo falta mucho para poner cara de susto en aquella escena.
Tras "No habrá paz para los malvados", "Grupo 7" y "La isla mínima", ¿Cómo ves la evolución del cine negro en España?
                Qué maravilla que películas y géneros que antes no se hacían tanto ahora se hagan más y que se hagan thrillers tan bien hechos como "No habrá paz para los malvados".  Son películas exportables y de calidad como para poder competir con cualquier producto de otro país. Creo que el secreto de todo no depende de que sea thriller o drama, cuando una película es buena, es buena y ya está, sea de donde sea. Lo que sí defiendo es la identidad del sitio donde se hace. Mis amigos cuando se la enseñé me dijeron: "oye que buena pinta, no parece española ¿eh?". ¡Como si fuera un piropo! En realidad no se puede ser más española, el ambiente y la gente del pueblo es algo muy local. Uno de los referentes de esta película es "Memories of murder", un filme muy, muy coreano y se ganó a todo el mundo.


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