domingo, 23 de marzo de 2014

Denis Villeneuve: La obsesión por el psicoanálisis





  Creador de fábulas, constructor de agobiantes atmósferas.  Existen muchos puntos en común entre  las películas de  Denis Villeneuve, pero si hay que elegir uno ese sería la conexión con el espectador. Si cobrara un dólar por cada vez que le han preguntado por el significado de una de sus películas, Denis sería tan opulentamente acaudalado como los burgueses de su cortometraje Next Floor (2008). Y es que para el realizador canadiense nada es más importante que la singular interpretación de cada espectador.  Durante el pasado Festival de San Sebastián, donde tuvimos  la oportunidad de charlar con él, no paró de repetir en rueda de prensa: “Por favor, que nadie vuelva a preguntarme por la araña” . No soltó prenda. Ni una sola pista acerca del significado de Enemy (2013), una de sus películas más personales.  No tuvo total libertad a la hora de abordar Prisioneros (2013), su primer filme producido en Estados Unidos, pero incluso este oscuro thriller tiene ciertos aspectos propios, ciertas características inherentes al cine de Denis Villeneuve.



VILLENEUVE Y LA MATERNIDAD FREUDIANA

   Llévatelo de antemano, en cualquier película de Denis Villeneuve se va a hablar de la maternidad como fracaso,  sueño frustrado o anhelo freudiano. En todas ellas, desde Maelström (2000) a Prisioneros, la figura materna se emerge como protagonista de sus filmes. La historia de Maelström nace de un aborto al ritmo de Good Morning Starshine, mientras vemos como el universo de Marie, la paciente, se viene abajo desde este traumático instante, hundiéndose en la embriaguez y el sexo vacuo con hombres sin rostro. Llega Villeneuve a mofarse de sí mismo cuando una caustica Marie visita a su psicóloga: “Ya lo sé, todo está relacionado con el sexo” .  Con esta afirmación, Marie realiza un psicoanálisis precipitado del filme, porque salvando las apariencias, Maelström versa en realidad del ciclo de expiación y renacimiento. El inicio lynchiano del filme, presentado por un pez parlante a punto de morir,  no deja lugar a dudas de por donde se moverá Villeneuve; entre la ironía, el surrealismo y el drama social.  Sin saberlo, Villeneuve estaba construyendo los cimientos para Enemy con esta imperfecta y cinta de autor.




  Polytechnique (2009), su siguiente largo, narra los sucesos acaecidos en la Escuela Politécnica de Montreal en diciembre de 1989, cuando Marc Lépine, armado con un rifle semi-automático, mató a catorce mujeres e hirió a otras tantas antes de suicidarse ¿El motivo de aquel atroz suceso?  Marc odiaba a las feministas, aparentes culpables de su rutina.  Villeneuve se centra en una de las estudiantes, Valérie, quien intenta entrar en un mundo laboral instaurado y gobernado por hombres. Para entrar en este doblegarse ante el yugo laboral, renunciando a la maternidad,  algo doloroso  y antinatural para el director canadiense.  El filme puede, y debe, recordar a los sucesos de Columbine en EEUU, cuando  dos jóvenes asesinaron a sangre fría a 13 de sus compañeros y profesores. Gus Van Sant llevó a la gran pantalla esta historia en Elephant (2003), filme en el que claramente se fijó Villeneuve.  Ambos juegan con la subjetividad de la cámara, poniendo en primer plano la mente del asesino, ambas se cuecen a fuego lento, resultando tediosas para los espectadores más impacientes, y destacan por su corta duración, no mayor de los 85 minutos de metraje. A diferencia de Elephant, el acierto de Villeneuve con Polytechnique es no imponer una visión, su visión. Todo lo contrario, desea que el espectador pueda interactuar con el filme, llegando por sí mismo a sus propias conclusiones ¿Nace el odio de Marc hacia el sexo femenino de la hostilidad con su madre o de la misoginia de la sociedad canadiense? 


EL CAMINO DE LA HEROÍNA

Podemos encontrar respuesta a estos interrogantes en Incendies (2010), su siguiente trabajo, que vuelve a integrarse contextualmente en una sociedad donde las mujeres son tratadas con insultante inferioridad.  Incendies (2010) puede parecer un filme político, de candente y morbosa actualidad por inscribirse contextualmente en el conflicto Palestino-Israelí, pero rascando la superficie nos encontramos con una atroz relectura del clásico de Sófocles Edipo Rey: dos hermanos  gemelos viajan a Líbano para encontrarse con su padre, al que daban por muerto, y su hermano, de cuya existencia desconocían, para descubrir la dolorosa verdad que su madre ha escondido a lo largo de toda su vida y que ahora, en su lecho de muerte, está dispuesta a desenterrar. Vuelve a aparecer Freud en cada fotograma del filme como ya va siendo  costumbre en el trabajo de Villeneuve, con una de las más perversas y oscuras reinterpretaciones del famoso complejo de Edipo que se han llevado a la gran pantalla. No obstante, todo ese maquillaje psicoanalítico enmascara la fuerza de sus protagonistas femeninos.  Nawal y Jeanne. Madre e hija, auténticos motores de la trama que cargan consigo el lastre de los demás protagonistas masculinos, ninguneados secundarios a pesar de lo que pueda parecer a primera vista.

   No pudo ser al cien por cien fiel a sí mismo con Prisioneros (2013), al tratarse este de su primer trabajo producido en la meca del cine. Gajes del oficio. Más aun cuando trabajar en Hollywood te asegura dirigir a dos super estrellas (Hugh Jackman y Jake Gyllenhaal) y llegar a un público mucho más amplio. A pesar de ello, vemos en este oscuro trhiller aspectos de los que hemos estado hablando propios de su cine: el laberinto emocional del protagonista, su viraje hacia la oscuridad  y la aparición de un personaje maternal y sobreprotector que dinamita con sus acciones la trama del filme. Melissa Leo interpreta a Holly Jones, un personaje que bien podría ser confundido con la ya famosa araña de Enemy por su maternidad desmedida. De esta obsesión nacerá el personaje más inquietante  al que Paul Dano ha dado vida: Alex Jones, el chico con asperger y marioneta de su compulsiva madrastra. Parece un pequeño monstruo creado por el Doctor Frankenstein, algo inocente y frágil convertido en un eficaz títere del mal, entrenado para secuestrar a otras criaturas que tendrán su mismo y fatal destino. Volvió Villeneuve a tratar el tema de la maternidad como síntoma traumático de la sociedad en Enemy (2013), donde el útero se conforma como recoveco de la intimidad perdida para el hombre, en este caso Jake Gyllenhall, y cobijo último de seguridad. Detestada por unos, alabada por otros, Enemy configura toda su estructura en torno al psicoanálisis, punto de inflexión de la película y único sustento argumental para entender la estructura narrativa del filme.  Enemy es una adaptación libre de El hombre duplicado de José Saramago: Adam, profesor de literatura, descubre al ver una película a un actor secundario que es idéntico físicamente a sí mismo. A partir de entonces iniciará la ofuscada búsqueda de su supuesto doble. Teniendo en cuenta lo poco amigo que es Villeneuve de los spoilers y las interpretaciones de los críticos cinematográficos, sólo diremos que la fuerza de la película emerge de la colisión emocional de ambos cuando se encuentran, mostrándose cada uno como polos opuestos de una misma dualidad. Analíticamente, en realidad poco importan las tribulaciones del supuesto protagonista, y digo supuesto porque en realidad la fuerza de la historia emana de las dos protagonistas; Melanie Laurent y Sarah Gadon , quienes interpretan a las parejas sentimentales de los dos dobles y que como en Incendies, son las encargadas de dinamitar las emociones y sucesos derivados de la mente colapsada de Jake Gyllenhaal.

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