Durante el pasado festival de Cannes ocurrió una de esas cosas que nos recuerdan que, en ocasiones, la realidad supera a la ficción. Se trata del caso de Aniello Arena, el actor de moda en Italia, un sicario de la Camorra reconvertido a actor gracias a la película Reality (2012) de Garrone, quien curiosamente también dirigió Gomorra (2008), el film basado en la novela homónima de Roberto Saviano que narra las actividades de la mafia napolitana, la Camorra.
Arena lleva ya dos décadas en la prisión de Volterra, desde que con 23 años, durante la Nochebuena de 1991, fuera detenido por participar en el asesinato de dos miembros de la familia Liberti. Un ajuste de cuentas que por azar dejó herido a un niño que paseaba por la misma calle y que se cobró la vida de una anciana de 77 años, victima de un infarto.
El director del film, Matteo Garrone, se enamoró de Arena tras verlo recitar durante una obra teatral en la cárcel. Se encaprichó del ex-sicario y envió una petición para que le autorizaran para participar en una de sus películas. Tras innumerables peticiones y sendas negativas, Garrone consiguió que las autoridades permitieran que Arena se transformase en Luciano, un pescadero dispuesto a todo por triunfar y dar el salto a la fama por medio de un reality-show. Cuando le preguntaron acerca de su personaje, Arena contestó: "Mi personaje me daba pena. Yo no destruiría todo lo que he conseguido por una ilusión".
Vigilado durante todo el rodaje por los Carabinieri, Arena debía volver por las noches a la penitenciaría para dormir allí. No obstante, logró cumplir un sueño y, como él mismo dice, "nacer dos veces". Incluso se le permitió asistir a algún acto promocional junto a sus compañeros de reparto, e incluso comparecer en radio y televisión.
Sin embargo, es muy difícil, casi imposible, que pueda volver a salir de la cárcel para rodar otro film. A pesar de ello, su actitud no ha vuelto a ser la misma, no es la típica del preso común. Resulta curiosa su actitud ante el hecho de saber que posiblemente no vuelva a salir de allí, tras haber vuelto a disfrutar de la sensación de ser de nuevo un hombre libre. "Yo no soy quien entro, es el otro. Mentalmente no estoy allí dentro. Entra solo el cuerpo", admite Arena, quien quizás sea el hombre más libre de la prisión de Volterra.
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