miércoles, 2 de octubre de 2013

Bye Bye Señor White

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 En billar, "breaking bad" significa que las bolas no se separan correctamente al sacar al inicio de la partida. Como en la serie, hacerse un “breaking bad” es sinónimo de un mal comienzo. "Tú conoces el negocio... y yo conozco la química". Ni nos imaginábamos cuantos problemas iba a causar la proposición de Walter White al por entonces pupilo Jesse Pinkman. Haciendo memoria, rememorando a Walter cocinando en calzoncillos en mitad del desierto, ya empezaron con mal pie. No ha habido happy end para ninguno de los protagonistas de la serie. Walter ha acabado poéticamente junto con quien empezó, con la muerte. Si la serie planteaba como punto de partida a un padre de familia que intenta escapar de la muerte y de la monotonía, al final acaba deseando todo lo contrario: su familia, su monotonía, su estabilidad y al no conseguirlo, la muerte. Por su parte, Jesse hacía tiempo que se había convertido en un cadaver andante de Albuquerque, siendo plenamente consciente de ello, al contrario que Walter. Respecto a los demás personajes, de los que no se ha encargado Heisenberg lo hará el tiempo; Skyler, Marie y Walter Junior ya nunca podrán volver a ser los mismos. Qué decir de Hank. Aún con todo Vince Guillian  tiene corazón, brindándonos una sola escena como oda a la esperanza; Walter mirando por última vez a su hija Holly, sabedor de que quizás sea la única a quien no han salpicado las fatales decisiones que cometió tras diagnosticarle el cáncer.


  Los últimos capítulos de Breaking Bad han sido de infarto, prácticamente no han dado un  respiro. Y es que estábamos acostumbrados a que la trama de Breaking Bad se fuera consumiendo tan despacio como un cigarrillo de ricina, cociéndose a fuego lento como meta azul sin metilamina. A más de uno le dieron ganas de estrangular a Skyler durante las temporadas dos y tres de la serie. Skyler era una olla a presión a punto de estallar que trataba de comprender como su marido, un pusilánime profesor de química de instituto, se había convertido en el mayor narco de meta del país. Esas temporadas fueron cruciales, no solo para que el espectador comprendiera y asimilara la conversión de Walter White en Heisenberg, sino para que Skyler diera el salto definitivo a “mujer de mafioso”, respaldando y apoyando fielmente a su marido frente a las acusaciones vertidas por su propia hermana. Sin darnos cuenta, Skyler se estaba configurando, al mismo paso que Jesse Pinkman, en uno de los personajes más complejos e importantes del Albuquerque de Guilliam.

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 La trama de la serie siempre fue tan fría y calculadora como la mente de Heisenberg y la historia fue hilándose fino durante cuatro temporadas.  Finalmente Walter entró de lleno en el mal y logró conquistar las esferas de poder tras asesinar a Gustavo Fring. Ya podías llamarte Mike o Jesse, todo aquel que se intrometiera en el camino de Walter White corría el riesgo de desaparecer del mapa. Tal era el grado de maldad que había alcanzado el personaje interpretado por Bryan Cranston que muchos internautas, durante el parón de la última temporada, especularon con que Walter habría dejado el libro incriminatorio a propósito para que lo encontrara Hank, y así librarse de alguna manera de este. Lo del libro en el baño fue algo poco propio del inteligente Walter pero venía a demostrar una de las máximas de nuestra sociedad: más rápida será la caída.


  Así llegamos a los últimos ocho capítulos de la temporada. Prohibido pestañear. Demasiadas emociones y cuentas pendientes se quedaron en el tintero durante cinco temporadas. El cóctel explotó… y de qué manera.  El final de la serie quizá fue previsible, sobre todo teniendo en cuenta los flashforward de los primeros capítulos de la  temporada. No obstante fue necesario. Breaking Bad nunca necesitó de fuegos de artificio ni de enrevesados giros de guión para enganchar a la audiencia. Walter White ya es un ser inmortal que disfruta de los placeres del Olimpo televisivo junto a los policías y camellos de The Wire y junto a Tony Soprano. Al morir James Gandolfini, Bryan Cranston precocinaba ese feliz encuentro al afirmar que “sin Tony Soprano no hay Walter White”. Hay vida más allá de HBO.    







                     

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