martes, 14 de octubre de 2014

Entrevista a Carlos Vermut por "Magical Girl"


¿En qué momento nace la idea de hacer “Magical Girl”?

 Nació cuando estrené  mi primera película “Dyamond Flash”, volví de Sitges con la necesidad de grabar otra película. Me plantee realizar un filme incluso más pequeño que “Dyamond Flash”, con menos dinero; quería rodar ya. Empezamos a escribir una historia con una estructura narrativa muy sencilla; una cadena de chantajes, muy de cine negro, algo que pudiera desembocar en algo emocionante. Poco a poco la historia fue creciendo y cuando me invitaron a Francia conocí a Pedro, el productor, y cuando la presenté la idea fue cuando la película empezó a crecer. Llegaron inversores, el guion fue desarrollándose de otra manera y todo se hizo más grande.


¿Cuál es tu método a la hora de dirigir a los actores de tus películas?

 Es un método muy abierto puesto que nunca explico a los actores el pasado de los personajes a quienes interpretan. Es un proceso que deben completar ellos. A los actores suelo explicarles que sus personajes son ellos mismos pero en realidades alternativas; han nacido en otro sitio y vivido de otra manera, por lo que son totalmente diferentes. Por ejemplo, qué pasaría si José Sacristán en vez de ser actor hubiera sido profesor en un colegio. Es lo que yo busco, que no dejen de ser ellos, que sean ellos pero con otras circunstancias. 




Teniendo en cuenta tu experiencia como historietista, ¿De qué manera han influido los cánones de la novela gráfica en “Magical Girl”?

Tanto en “Dyamond Flash” como en “Magical Girl” ha influido en el storyboard , en diseñar los carteles de las películas y en la composición de los planos. Me gusta confiar en el plano, no moverlo demasiado para que el actor sea el que complete la emoción de lo que sucede dentro de ese plano, que no sea un ejercicio de estilo sino que sea el actor el que haga que resulte interesante. El tema de dibujar me ha venido muy bien, más que para dibujar el storyboard, que sería lo más obvio, para aprender a sintetizar las ideas con imágenes y entender la película con un trazo; si Nacho Vigalondo explicaba “Los cronocrímenes” con una línea  recta, mi película puede explicarse con un trazo que va formando un cuadrado, como una cadena de chantajes que acaba de manera cíclica. Sobre todo, lo que más me ha influido ha sido trabajar en prensa porque tienes que dibujar  conceptos.


¿En qué momento te planteaste pasar de la viñeta al cine?

Fue algo que se fue solapando, siempre me gustó el cine pero nunca me ha gustado estar rodeado de mucha gente por lo que no me planteaba ser director. Entonces en 2008 me dio por coger la cámara de vídeo, siempre quise hacer cortos, y empecé a grabar a mis amigos y familiares. Poco a poco fui haciendo cosas e incluso gané un premio del Notodofilmfest. Luego vino Dyamond Flash y acabé haciendo “Magical Girl” y compitiendo en el la sección oficial del Festival de San Sebastián.


El final de la película puede catalogarse como de no acto para personas sensibles ¿Tuviste siempre claro ese final o te lo llegaste a replantear?

Sin duda tenía que ser así. Es un riesgo que corres cuando tomas decisiones de guion y es un final que debía ser así, debía tocar al espectador y conmoverle, estremecerle o romperle. Al fin y al cabo vas al cine a sentir. Yo voy al cine a sentir, a interactuar con los personajes. Me gusta sentirme removido de alguna manera, conmovido o destrozado cuando veo una película. Hubo un momento que propusieron cambiar el final pero no encajaba. Tampoco es un final tan amargo, de alguna manera la esperanza gana mediante ese juego de miradas, en esa mirada mantenida, que hay al final de la película.


¿Podría decirse que es una película sobrenatural?

No es una película sobrenatural porque no habla sobre lo metafísico, pero sí que lo es en cuanto a que habla sobre los misterios que existen dentro del ser humano. Me gusta mucho “La posesión” de Andrzej Zulawski, una película que utiliza lo cotidiano para hablar de lo sobrenatural, de lo extraño. Muchas veces cuando ubicamos lo sobrenatural en un contexto  de película de terror ya sabes a que género pertenece y lo que ocurra durante la película no supondrá ninguna sorpresa ¿Y si está ese terror dentro de la cotidianidad y del día a día como por ejemplo hacía Kubrick con el hotel brillante de “El Resplandor”? Yo creo que en “Magical Girl” lo sobrenatural existe dentro de los personajes y de las decisiones que toman.


La película es una mezcla de géneros donde sobresale el noir ¿Qué referencias de cine negro tenías cuando rodabas “Magical Girl”?

 A mi por ejemplo me gusta mucho, en cuanto al tono de sus películas, el cine de los Cohen; como lo luminoso y lo oscuro chocan en un contexto de patetismo. Por supuesto me gusta Tarantino, en cuanto a los diálogos y lo giros narrativos y la sensación de sorpresa constante en sus películas, pero sobre todo me gusta mucho Jean Pierre Melville, creo que es, en cuanto al tono de las películas, lo que más se parece a lo que yo hago; los colores, el ritmo, el tono. Me fascina “El círculo rojo” que tiene también una atmósfera sobrenatural. Me encanta Melville, creo que es el gran maestro del cine negro. Además, no es cine pero me cautiva la literatura de misterio japonesa, sobre todo la de Rampo Edogawa. De hecho, el buscador que utiliza en su ordenador Luis Bermejo se llama Rampo por él, es una especie de easter egg que meto en la película. También hay otras referencias a este tipo de literatura como la música de los créditos finales o la puerta del “lagarto negro”. También me encanta Mishima.


Fotograma de "El círculo rojo"
                            



¿Por qué crees que se está haciendo tanto cine de género (noir, western, ciencia ficción) en España?

 Creo que el cine de género conecta con el público. Todos entramos en el cine para emocionarnos de alguna manera y queremos ver cosas nuevas y distintas, que se alejen de la cotidianidad porque bastante jodida es la vida como para que vayamos al cine para ver lo mismo. Creo que es un modelo, no sé si consciente o inconscientemente, estamos importando de otras cinematografías como la surcoreana, donde se hacen muchos filmes de género que a la vez retratan en segundo plano la cotidianidad de Corea. No hacemos películas a la americana, es la adaptación de cada país al género, es lo que hace que funcione. Ahora con “El niño” o “La isla mínima” el género se encamina hacia realidades conocidas y es más cercano al público.


Dyamond Flash tuvo un presupuesto de 20.000 euros, ¿Crees que pueden contarse grandes historias con presupuestos pequeños?

Por supuesto que sí, al fin y al cabo la historia no depende del dinero con el que puedas contar; escribir un libro cuesta muy poco dinero, sin embargo puede  contar magníficas historias. La clave del cine no tiene tanto que ver con el presupuesto sino con saber utilizar los límites que te ofrece la propia imagen real, entender que el cine es imagen y que lo que hay que contar hay que hacerlo a través de la imagen que es mucho más sutil que la palabra porque cada espectador puede darle un significado diferente.


¿Te plantearías hacer una película con un gran presupuesto o te gustaría por el contrario mantenerte como un cineasta low cost?

Buscaré siempre hacer la película con el presupuesto ajustado respecto a la historia que yo quiero contar. Si yo consigo hacer películas de veinte millones en las que perdura la esencia de lo que yo quiero contar, la haré de veinte millones. No pienso a nivel económico sino que pienso a nivel narrativo, por lo que buscaré hacer la mejor película posible. Si para hacer una película de veinte millones tengo que sacrificar el tipo de historia que quiero contar, no la haré.


¿Cuáles crees que son los problemas de la crisis cinematográfica en España?


Yo nunca he sufrido la crisis porque antes tenía trabajo como historietista y después mis dos películas fueron financiadas con dinero privado. Sé que hay compañeros y productoras a los que sí les ha afectado la crisis pero yo nunca he tenido ese problema. Dejando a un lado el precio de las entradas o el problema de la piratería, creo que como realizadores debemos hacer un ejercicio de autocrítica porque cuando hacemos una película que le interesa al público ellos van, responden; han ido al cine para ver “El niño”, también para “Ocho apellidos vascos” o “La isla mínima”. Yo creo que deberíamos preocuparnos por hacer películas que funcionen. Es una responsabilidad nuestra, no debemos echar balones fuera sino que hay que asumir esa responsabilidad y hacer buenas películas. Desde aquí ya hay que negociar, pero siempre con el respaldo del público; siempre pongo el ejemplo de “Gladiator” porque el protagonista, a pesar de sus ansias de venganza por ver morir a su familia, debe esperar a tener el favor de Roma para contraatacar. 

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