domingo, 27 de julio de 2014

Ráfagas de violencia

Un minero indignado con la corrupción de los poderes fácticos. Un joven que sufre una inesperada movilidad laboral. Una recepcionista llevada al límite por la misoginia de sus clientes. Un inmigrante con una facilidad innata para apretar el gatillo.


  El cineasta chino Jia Zangke compone en “Un toque de violencia” el nuevo relato sobre la nueva China a través de cuatro historias, cuatro muertes que recorrieron el país asiático de norte a sur, de Shanxi a Guangdong, durante los últimos años.  Tras los documentales “Ciudad 24” e “Historias de Shangai”,  Zangke vuelve a la carga, a diseccionar como un cirujano la sociedad china por medio de relatos de gente corriente que, a pesar de las apariencias, siempre tienen un nexo en común. En “Un toque de violencia”, será su desesperanzada realidad lo que llevará  a los cuatro protagonistas a encauzar sus vidas hacia la violencia intrínseca de un país que, a pesar de su patente voracidad económica, es víctima constante de los comunes picos de violencia que a diario tiñen sus calles de sangre.




  Zangke logra que el espectador empatice con sus personajes, que se conmueva con cada asesinato, con cada muerte que irremediablemente conduce hacia la manifestación máxima de la violencia china, representada en “Un toque de violencia” por medio del suicidio. Parece impensable lograr la simpatía del público hacia la crítica de Zangke teniendo en cuenta el poco cuidado que pone el realizador chino en el esquema narrativo del filme, simplificado en cuatro historias con ninguna, o escasa, relación entre sí. La estricta linealidad cronológica de “Un toque de violencia” resta méritos al filme, que, si bien no termina de cuajar durante el último tramo de la historia, no deja de ser precisamente la carencia autoconclusiva de Zangke uno de sus puntos fuertes al convertir al espectador, y por ende a su disposición pensante, en parte activa de la película.


Lo mejor: La voraz crítica a los valores sociales del gigante Chino en ciernes.

Lo peor: Su escaso valor narrativo.


Nota: 7

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