A falta de pocos días para el estreno de
"Guardianes de la Galaxia"
(James Gunn, 2014) me viene a la cabeza un tópico, una figura mítica de
la ciencia ficción y más concretamente del subgénero de aventuras espaciales;
el del buscavidas bocazas, de gatillo rápido y emocionalmente inaccesible, pero
con la carisma necesaria como para encandilar al espectador desde la primera
mirada. Esa figura, la del antihéroe apátrida que viaja de planeta en planeta
rechazando el confort del hogar, bebe directamente de Han Solo, uno de los
primeros precursores del mercenarismo humanitario, aquel que conjuga el
egocentrismo y el gusto por el dinero fácil con la capacidad empática hacia el
prójimo. A juzgar por los espectaculares trailers de la película, parece ser que
Star-Lord y sus Guardianes de la Galaxia tendrán que dejar a un lado las
tribulaciones personales para salvar la galaxia, algo parecido a lo que Han
Solo tuvo que hacer por Luke cuando se perdiera por las gélidas tierras de Hoth
en "El imperio contraataca" (Irvin Kershner, 1980). Aunque
sospechamos que tanta filantropía realmente ocultaba su predilección por la
princesa Leia, entonces también objeto de deseo del futuro Jedi.

Este
cliché también lo encontramos en el Capitán Malcom Reynolds
("Firefly", 2002-2003), capitán de la Serenity y eslabón a medio
camino entre Han Solo y Star-Lord. Reynolds no solo mejoró la verborrea
insolente de Han Solo sino que además siguió con la tradición del mercenarismo
humanitario del que hablábamos antes; Reynolds y el resto de la tripulación de
la Serenity son una especie de mercenarios interplanetarios con conciencia
social, dispuestos a rechazar grandes sumas de dinero si la contratación de sus
servicios perjudica a los desfavorecidos por la acción imperialista de la Alianza,
el gobierno unitario del universo creado por Josh Whedon. Esa cercanía hacia
los oprimidos marca la tendencia hacia el altruismo del Capitán Reynolds y el
resto de la tripulación; Zoe Alleyne, segunda al mando de la Serenity, luchó
junto al Capitán en la Guerra Civil en el bando rebelde contra la coalición
totémica que Estados Unidos y China formaron para mantener unida a la galaxia
en lo que posteriormente se conocería como la Alianza. Esa condición de loser, de eterno perdedor, condicionará
al Capitán Reynolds, hasta el punto de resguardar en su nave a dos prófugos de
la ley, los hermanos Tam, buscados por media galaxia debido a la elevada cifra
que la Alianza ha puesto sobre sus cabezas y que la Serenity está dispuesta a
rehusar.
Forajidos, cazarrecompensas y un mundo por descubrir, salvaje e
indómito; Firefly recuerda al wild west norteamericano
y más concretamente a aquellos westerns violentos de los 70 donde la muerte era
moneda de cambio común en un mundo todavía por explorar. La serie de Whedon se
fue alejando poco a poco de la ciencia ficción para acercarse cada vez más al
western; el mito fundacional estadounidense. Por un lado, el propio Capitán
Reynolds recuerda al John Wayne de "Centauros del desierto" (John
Ford, 1956), marchando de lugar en lugar, rechazando el calor del hogar a
cambio de una vida nómada llena de aventuras y marcado profundamente por la
clara derrota frente al gobierno unionista de Abraham Lincoln. Reynolds y
Alleyne representan la cara B de la Guerra de Secesión, del bando perdedor al
fin y al cabo, y del desprecio de los demás hacia los derrotados. Además
tenemos a los reavers, seres salvajes
que han perdido la razón tras observar la nulidad de los albores del universo.
Está claro que los reavers fueron
creados por Whedon siguiendo las pautas del cine del oeste donde el enemigo
está encarnado en los indios norteamericanos; la desconfianza y el
desconocimiento hacia sus costumbres hicieron que los pioneros americanos los
vieran como un ente salvaje y bárbaro, capaz de devastar los poblados y
diligencias que estos encontraban a su paso.


Spike Spiegel, capitán de la Bebop, es el precedente directo del Capitán Reynolds; carismático, charlatán, con una puntería más eficaz que la del mismísimo Pat Garrett y, a pesar de su apariencia de tipo duro, con lo que en Hollywood se conoce como un buen corazón. Tanto Spike como Mal, nombre con el que sus amigos conocen al capitán de la Serenity, acabarán por imponer a su tripulación por encima del beneficio económico de las misiones que les irán encomendando en el transcurso de sus seriales, e incluso verán incrementar el número de pasajeros permanenentes de sus naves con personajes alejados de lo que se conoce como una vida salvaje que no piensa en el mañana. Spike es también un trotamundos, un hombre sin hogar que vaga por el espacio vendiendo sus servicios al mejor postor como lo hicieran los antiguos cazarrecompensas del far west; una figura mítica del western hollywoodiense pero que en la realidad sigue ocasionando verdaderos quebraderos de cabeza a los actuales criminales yankees. La estética del anime creado por Watanabe se acerca, al igual que más tarde lo hará "Firefly", más al western que a la ciencia ficción y su magnífica música blues condiciona al espectador de tal manera que olvida a veces que está visionando un anime, en favor de la poderosa estética y ambientación de evocación norteameriana. "Cowboy Bebop" plantea, al igual que más tarde hará "Firefly", un universo ocupado únicamente por la raza humana, capaz de expandirse de manera prodigiosa por el espacio sideral pero que, respecto a las relaciones socio-culturales de sus ciudadanos, ha retrocedido al salvaje oeste norteamericano donde impera la ley del más fuerte. La ausencia de un brazo redentor que articule y ejecute la justicia, ha obligado al gobierno central a crear una red de cazarrecompensas que se extiende por toda la galaxia y que operan al margen de la ley.
Spike y
su tripulación pertenecen a este sector en alza que bebe directamente de los
famosos cazarrecompensas de los años 60 y 70, del cine de Sam Peckimpah y sobre
todo del spaguetti western de Sergio Leone, creador del más popular de ellos: el
vagabundo busca vidas interpretado por Clint Eastwood en la archiconocida
Trilogía del Dolar y que a pesar de llamarse de diferente manera en cada una de
las películas que componen la saga ("Por un puñado de dólares",
"La muerte tenía un precio", "El bueno, el feo y el malo"),
la teoría más propagada es que se trata del mismo personaje, encarnación máxima
del antihéroe bohemio, sin hogar. Unos
poco años más tarde, concretamente en 1971, nacería Star-Lord, el próximo líder
de los Guardianes de la Galaxia, su personaje, otro bocazas trotamundos,
evolucionó a la par que el prototipo de superhéroe de los años 70 y 80, cuando
el metarrelato posmoderno invocó una actualización de los cánones de los
personajes de cómic, hacia una maduración que dio lugar a antihéroes tan
importantes en la posterior evolución de la narrativa norteamericana como el
Batman de Frank Miller o el Roshach de Alan Moore. Ahora, nutrido por su
influencia en el comic, por personajes míticos como el Eastwood de Leone o Han
Solo y por los precedentes televisivos
de "Cowboy Bebop" y "Firefly"; Star Lord tiene todas las
papeletas para hacerse un hueco entre tanto personaje de culto. Lo cuestión es si una productora tan
irregular como la Marvel, capaz de lo mejor y lo peor, será capaz de articular
tanta influencia pop y dirigirla correctamente.
Como diría
Shinichiro Watanabe... "¡Hasta la
vista cowboy del espacio!"


No hay comentarios:
Publicar un comentario