domingo, 28 de septiembre de 2014

Diario de bitácora desde un festival salvaje


Fotografía: Aitor López

  No hubo sorpresas en la gala del 62 Festival de cine de San Sebastián. Desde el primer día se hablaba de la posibilidad de que una película española ganase la Concha de Oro a la mejor película del festival. “La isla mínima” fue la responsable hinchar los ánimos de los críticos que asistimos a su pase; una actuación increíble de cada uno de sus actores, en especial del premiado Javier Gutiérrez, un guion solvente, una dirección fuera de lo común en nuestro cine y una fotografía a la altura de los mejores noir norteamericanos. A pesar de todo, la película de Alberto Rodríguez tuvo que conformarse con el premio Feroz otorgado por la crítica, y los premios individuales a Javier Gutiérrez y Alex Catalán. El cine español estaba predestinado a conquistar el festival donostiarra, pero finalmente fue Carlos Vermut (Mejor Director) y su “Magical Girl” (Concha de Oro), quien se llevó el gato al agua. Esta es la crónica personal sobre el Zinemaldia de un crítico que llegó un día tarde y no pudo conocer a Denzel Whasington, pero que disfrutó como nadie de una de las mejores ediciones del Festival de los últimos años.



Sábado 20: El cine español cruza el Mississippi




Alberto Rodríguez junto a los protagonistas de "La isla mínima"
(Fotografía: Aitor López)

  El día empezó bien: muchos me animaron al confesarme la decepción que les había producido “Equalizer” de Antoine Fuqua y Denzel Whasington, aunque, a día de hoy,  todavía sigo arrepintiéndome de no haber podido conocer en persona a los responsables de “Training Day”. Por otra parte, no hubo mucho tiempo para darle vueltas; con una media de cinco películas y tres ruedas de prensa diarias, en el Zinemaldia queda poco tiempo para pensar, y menos para descansar. La mañana fluyó sola, primero con “La isla mínima”, la versión castiza de “True Detective”, aunque Alberto Rodríguez confesara que no había visto ni un solo capítulo de la popular serie de la HBO: mientras editaba la película, Raúl (Arévalo) me mandó un Whatsapp con una foto de Matthew McConaughey y Woody Harrelson y me puso: “Nos han copiao”. Y yo le dije: “Esto qué es”. Los aires del filme van más encaminados hacia el angustioso climax de “Memories of murder” o la crudeza del “Seven” de David Fincher, de quien Alberto Rodríguez se ha declarado gran admirador en más de una ocasión. Las marismas del Guadalquivir se transforman en un paisaje indómito por el que Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez deben encaminarse hacia la parte más oscura y tétrica del alma humana. Muchos periodistas resaltaron la similitud de las marismas con la típica estampa sureña del Mississippi, de la oscuridad de los neo noir estadounidenses donde el famoso río hace fluir las vidas de quienes lo habitan hacia la oscuridad; véase “True Detective” o “Arde Mississippi”, uno de los referentes del filme.


  No hubo decepción con “Une nouvelle amie”, una película simpática, que se deja ver y que a la vez es un tanto transgresora en cuanto a desmoronar los cánones tradicionales de la familia nuclear francesa. No obstante, se esperaba algo más de François Ozon, responsable de films tan interesantes y mordaces como “Joven y Bonita” o la espectacular “En la casa”, ganadora de la Concha de Oro dos ediciones atrás. Lo que más sorprendió a muchos fueron las rarezas del cineasta francés, quien prohibió que le realizaran fotografías durante la realización de las entrevistas, aunque en rueda de prensa se mostrara, como acostumbra, encantador. Días después descubrimos que el motivo de su pánico a las fotos se debía realmente a que François sólo admite fotógrafos si tiene a mano una maquilladora. C´est la France.



François Ozon junto a los protagonistas de "A nouvelle amie"
(Fotografía: Aitor López)




  Por lo demás, la ucraniana “The Tribe” resultó ser una grata sorpresa a pesar de que su premisa pueda hacerse cuesta arriba para muchos espectadores; el filme al retratar las vivencias de un joven sordomudo, se enmarca dentro del cine mudo. Sin palabras, sin música, la película de Miroslav Slaboshpitsky llega directa al corazón, sin sentimentalismos, dejando fluir las emociones durante sus dos horas de duración. Una sutileza totalmente contraria a “Autómata”, la película de Gabe Ibáñez coge lo peor de “Blade Runner” e Isaac Asimov para convertir su filme en un coctel explosivo que aburrirá a la par que indignará a cualquier espectador medianamente inteligente. La actuación de Antonio Banderas, que alcanza el ridículo cuando sobreactúa, no salva del despropósito a una película tan fallida como valiente. El pase de prensa de “Autómata” acabó con los pitidos y abucheos de los pocos que aguantaron en el asiento. Lo nunca visto.



Domingo 21: Gandolfini en la memoria

Otra de las que engatusó a crítica y público fue “The Drop”, el nuevo trabajo de Michael Roskam tras “Bullhead”. El gran trabajo de Tom Hardy llega a eclipsar en algunas ocasiones a un James Gandolfini que por fin obtiene un papel a su altura en la gran pantalla tras su fugaz, pero brillante, aparición en “Mátalos Suavemente” y aquella comedia romántica que nos obligó a ver a Tony Soprano en un papel por debajo de sus enormes posibilidades.  Al genial trabajo actoral lo acompaña el cuidadoso guion del popular escritor Dennis Lehane, autor de, entre otras novelas, “Mystic River”, “Shutter Island” y “Adiós, pequeña adiós”, y guionista de “The Wire” y “Broadwalk Empire”. En rueda de prensa, aparecieron Michael Roskam y Noomi Rapace, con cabellos rubio platino y vestido al más puro estilo Lady Gaga. El que escribe no dejó de pensar en que si James Gandolfini siguiera vivo, tal vez estaría viéndolo en ese momento en persona, comprobando que eran ciertas las bellas palabras que Michael Roskam le dedicó cuando le preguntaron por la experiencia tras trabajar con él: “era realmente increíble, no se sentía superior a los demás sino que siempre buscaba hacernos reír, que todos estuviéramos a gusto”.


Noomi Rapace durante la rueda de prensa de "The Drop" (Fotografía: Aitor López)



Algo decepcionados salimos los que acudimos al pase de “Pasolini”. El biopic de Abel Ferrara no es malo, en absoluto, e incluso parece una idea brillante centrarse únicamente en los últimos días de la vida del genial y polémico cineasta italiano. La elección de Willem Dafoe para el papel de Pasolini resulta acertadísima, en cuanto a su trabajo a la hora de interpretar al personaje y al parecido físico entre ambos, pero también resulta desafortunada, en cuanto a la cabezonería por parte del director de elegir a un actor que no sabe parlar ni gota de italiano. Resulta raro y chocante que Pasolini se comunique en inglés con su madre y sus amigos más allegados, balbuceando tan solo un “grazzie”, un “bravo” o un “ciao” de cuando en cuando.

La llegada de Nikolaj Coster Waldau revolucionó la capital donostiarra y a muchos les sorprendió encontrarse al mismísimo matarreyes en la misma sala de cine esperando ver “Una segunda oportunidad”, filme danés que protagoniza. Flashes y gritos de apoyo para uno de los actores más populares del momento, vítores y aplausos para la directora Susanne Bier por un filme tan emotivo como manipulador. A “Una segunda oportunidad” le falta la dirección de un cineasta más oscuro y siniestro, un David Fincher que no caiga tan a menudo en mostrar tan a menudo a sus protagonistas bañados en lágrimas. Un guion sorprendente que no es llevado a cabo con la convicción necesaria.


Nikolaj Koster Waldau levantó las pasiones del público donostiarra
(Fotografía: Aitor López)



Lunes 22: Conociendo a John Malkovich



John Malkovich
(Fotografía: Aitor López)
Resultó sorprendente conocer a John Malkovich, quien llegó a la rueda de prensa visiblemente desmejorado, con rostro y actitud cansada, apoyado sobre dos muletas debido a una reciente operación de rodilla. No esperábamos el aspecto del genial actor tras ver el domingo su “Casanova Variations”, donde da vida al famoso libertino a través de tres espectros: el cine, el teatro y la ópera. Realmente, el filme de Michael Strumminger es más bien una ópera filmada con una narrativa confusa que una película sobre teatro al uso. A lo largo de sus dos horas de duración, el espectador tiene la sospecha de que lo han engañado, de que lo han arrastrado hasta la sala de cine para ser testigo de una larga, y en ocasiones aburrida, ópera. No sería justo decir que es una mala película, que no lo es, pero desde luego es un filme no apto para todos los públicos, solo para aquellos que o bien amen la ópera, o bien amen a John Malkovich, o bien añoren su papel del Vizconde de Valmont en “Las amistades peligrosas”, un personaje presente implícitamente durante todo el filme. 



  No hubo grandes estrenos durante la jornada y pareció que los organizadores del Festival se guardaban lo mejor para el final. Lo mejor del lunes fue la sorprendente “Phoenix”, una película sobre la memoria y el devenir de buena parte del pueblo alemán tras la Segunda Guerra Mundial, sin caer en sentimentalismos. “Phoenix” es una historia de amor poco corriente, una joya que merece su visionado por la reflexión subyacente sobre la culpa y por la crítica mordaz hacia unas cicatrices que todavía perduran en el país germano. También sorprendente resultó “Haemoo”, filme coreano dirigido por Shim Sung-bo, guionista de “Memories of murder”.  Se trata de una película sobre aventuras marítimas que intenta indagar sobre las miserias de la condición humana cuando esta es llevada al límite. El ritmo narrativo resulta trepidante, sin embargo el filme adolece de unos personajes más profundos, con una mayor carga filosófica y de un planteamiento más maduro. El principal problema de “Haemoo” es que acaba perdiéndose en intentar aguantar el ritmo, más que en otorgar de vida a unos personajes que en ocasiones resultan planos en exceso.

  Por otro lado, la decepción llegó por la noche con “Jauja” de Lisandro López. Había una gran expectación ante la llegada de Viggo Mortensen, protagonista del filme, y por el coloquio que daría el actor tras finalizar la película junto al resto del reparto. Lo mejor fue en verdad el coloquio sobre “Jauja”; el filme resulta tedioso, aburrido y sin sentido, aunque en ocasiones el espectador logre perderse entre las bellas composiciones que Lisandro López dibuja sobre la pantalla de 4:3. Los planos fijos que inundan “Jauja” parecen bellas fotografías inspiradas directamente en los grandes artistas de la `pintura, lo que resalta el buen gusto del director argentino por la combinación de colores sobre una composición perfecta. Lo dicho, el coloquio con el público resultó de lo más divertido: bromas sobre el papel de Viggo en “El señor de los anillos”, una gran interacción de Lisandro López con el público y la sensación de que el propio director no acabó muy contento con el resultado final del filme, llegando a admitir que la decisión de optar por los 4:3 en vez de por el habitual modelo panorámico se llegó a tomar tras ver como muchos planos le “cortaban” la cabeza a Viggo Mortensen.

Viggo Mortensen posa junto a la bandera del San Loreno
(Fotografía: Aitor López)



Martes 23: Lo mejor del festival

Una de las fotografías de Salgado que pueden verse en "The salt of earth"
 No disfrutamos de muchas alegrías durante el martes, a la decepcionante “La voz en off”, quizás una de las peores en sección oficial, le siguieron las normalitas e imperfectas “La banda de las chicas” y “El amor es extraño”, una película que no llega más allá de resultar simpática. Sin embargo lo bueno empezó hacia el final de la tarde con el visionado de “Still the wáter” de la japonesa Naomi Kawase, una película estéticamente bellísima y con una historia que pasa del drama más feroz a la esperanza. Lo mejor estaría por llegar y por la noche pudimos acudir al pase de prensa de “La sal de la tierra” de Win Wenders, sin duda una de las mejores películas, sino la mejor, que se pudieron ver durante el Zinemaldia. El documental cuenta la historia del fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado a través de las fotografías que fue disparando a lo largo de su carrera, mostrando las miserias humanas y la evolución de la historia reciente en el tercer mundo. Sebastiao fue testigo de muchos de los hitos de las últimas décadas: del hambre en África al genocidio de Ruanda, pasando por los millones de refugiados que han marchado a causa del hambre y la guerra en el mundo. Sin llegar al spoiler, es necesario decir que el documental de Wenders tiene durante su final un aire positivista que deja en la mente del espectador un buen sabor de boca a pesar de todas las desdichas que ha contemplado escuchando y observando el relato de Sebastiao Salgado.



Miércoles 24: Llega la Concha de Oro

Rueda de prensa de "Aire Libre"
Fotografía: Aitor López
Empezó el día con polémica: durante la rueda de prensa de la argentina “Aire libre”, una periodista manifestó su enojo con la directora haciéndole saber que para ella, el filme no era más que una justificación de la violencia de género. A la pregunta le siguieron las risas y las caras de asombro de los asistentes que no entendíamos si bien se había equivocado de rueda de prensa o si bien había malinterpretado totalmente la intencionalidad de Anahí Berneri. La cineasta respondió que la violencia entre los personajes de Leonardo Sbaraglia y Celeste Cid era mutua, no sólo emanaba del hombre, y que no era una historia sobre violencia de género sino sobre los límites de la pasión en las relaciones personales. La respuesta no satisfizo a la periodista por lo que queda claro que a veces vemos la película que queremos ver.



   La flojita y manipuladora versión sobre la sociedad cubana de “Regreso a Ítaca” no dejó muy buen sabor de boca pero al menos es un filme, que si bien resulta descaradamente maniqueo, aguanta muy bien durante sus dos horas de duración mediante un diálogo fluído y la actuación excelsa de sus protagonistas. A la francesa “Edén”, por otra parte, le pasa lo contrario, narra una buena historia, la del ascenso y caída de un DJ parisino, pero le falta ritmo narrativo hacia el tramo final de su historia. A pesar de ir de más a menos, “Edén” resulta una propuesta muy recomendable y una buena historia sobre los vicios y virtudes de la juventud del país galo.



 Lo mejor, como vino siendo habitual, llegó por la noche con la proyección de “Magical Girl”, una película inclasificable que deambula entre géneros: comedia, drama, cine negro y terror. Pude entrevistar a Carlos Vermut antes de recibir la Concha de Oro y parecía muy sorprendido por poder haber hecho una película de este tipo y competir en sección oficial ante directores de más experiencia como Isaki Lacuesta o François Ozon. A la ya poco sorprende actuación de José Sacristán, fantástico como viene siendo habitual, le suman grandes actuaciones de actores poco conocidos como Luis Bermejo, Bárbara Lennie o la jovencísima Lucía Pollán, un auténtico descubrimiento y, a sus doce años,  una de las miradas más penetrantes de la filmografía reciente del cine español. La película camina a caballo entre la comedia y el drama, llegando a un punto álgido, a un cénit mágico durante su último tramo. Es un filme anómalo, poco común en nuestro país pero que sin embargo tiene algo de lo que “Diamond Flash” adolece: una conexión directa con el público y un aire mainstream conectado directamente con el neo noir de Tarantino.


Fotograma de Magical Girl



Jueves 25: Películas salvajes

 “Relatos salvajes” llegó en el mejor momento posible, justo después de “Lasa y Zabala”, una película que vino tras una gran expectación y que resultó ser, al fin y al cabo, otra película más sobre terrorismo. La película de Pablo Malo no llega a la altura de otros filmes temáticos como “El lobo” o la divertida, y polémica, “El negociador” de Borja Zuluaga, que también se presentaba dentro del Festival.  “Relatos Salvajes” nos quitó el mal sabor de boca, una película que venía precedida de grandes críticas en Argentina y que no defraudó. La película de Damián Szifrón se divide en seis episodios inspirados en el serial “Cuentos asombrosos” de Steven Spielberg y narran, a golpe de comedia negra y acción desatada, la historia de seis argentinos llevados al límite, muchos de ellos con la crisis de fondo, y que han decido decir basta y hacer lo que a muchos nos gustaría hacer: tomar partido y hacer realidad nuestros planes de venganza, como si de un Conde de Montecristo de las Malvinas se tratara.

Fotograma de "Relatos Salvajes"


  Sin llegar al desencanto, muchos no entendimos como “Winter Sleep” logró alzarse con la Palma de Oro en Cannes. La película deambula sobre el sentimiento de culpabilidad, el rencor y la soledad en un pequeño pueblo de Cappadocia. Los diálogos son magníficos, densos, pero brillantes. El director, el turco Nuri Bilge Ceylan, parece poco preocupado por contar una historia de hora y media en tres horas, mostrándose más inquieto por describir el imperecedero paso del tiempo que en hacer más ligera la espera al espectador. Lo malo es, que a pesar de su indudable calidad, “Winter Sleep” resulta demasiado larga y tediosa, haciendo que el tiempo, al igual que en aquel pequeño pueblo de la Cappadocia turca, no pase.

  Por la noche llegó el estreno de “Murieron por encima de sus posibilidades”, una película gamberra que se asemeja a “Relatos salvajes” en dos aspectos: en su tono macarra y en ser un relato sobre la crisis económica. Sin embargo aquí acaban las semejanzas, la película de Szifrón hila más fino sus historias a pesar de no tener una aparente conexión; y la crisis, al encontrarse de fondo, emerge con más fuerza al estar respaldada por el relato de unos personajes con fuerza propia. En cambio, Isaki Lacuesta se limita a poner en boca de sus protagonistas lo que todos queremos oír, llegando a ser un mero recopilatorio de los tweets más populares surgidos a tenor de la reciente crisis. Lo mejor de la película son algunos momentos de humor delirante, que se pueden contar con una mano, y el monólogo sublime de Albert Pla en el psiquiátrico. Lo demás, directamente no merece la pena.



Viernes 26: Punto y final



 El penúltimo día del festival resultó ser sin embargo mi último día en San Sebastián… y uno de los más ajetreados. Todavía nos dolía la cabeza a unos cuantos después de haber asistido el día anterior a la fiesta que Carlos Vermut dio en la Sala Bataplán con motivo del preestreno de “Magical Girl”, con Carlos Areces haciendo las veces de DJ ochentero. Aún así, tocó madrugar para ver “Escobar: Paradise Lost”, filme que presentaba Benicio del Toro bajo el pretexto de recoger su premio Donostia. La sorpresa fue mayúscula al descubrir que Benicio no era el protagonista del filme a pesar de dar vida al narco Pablo Escobar, sino que el peso de la trama recaía en el jovencísimo Josh Hutcherson, Pita de “Los juegos del hambre”, y que la película era más una historia de amor que una película de mafiosos. El filme, no obstante, no disgustó en absoluto y el tramo en el que aparece Benicio del Toro hace que merezca, y mucho, la pena.

Carlos Bardem y Benecio del Toro haciéndose un selfie junto a los protagonistas de "Escobar"
(Fotografía: Aitor López)

  El día avanzó con rapidez; pude conocer a los protagonistas de “Murieron por encima de sus posibilidades” y entrevistar a Julián Villagrán e Ivan Telefunken, tan similar a su personaje en la ficción que pensábamos que de un momento a otro fuera a sacar una recortada. Lamentablemente no hubo manera de entrevistar a los demás protagonistas; nos dijeron que Albert Pla solo contestaba con “sí” o “no” a cualquier pregunta que le hicieran por lo que lo desechamos, Carmen Machi se largó, literalmente, corriendo delante nuestro mientras nos afirmaban que no sabían dónde se encontraba, Raúl Arévalo no llegó a tiempo a la ciudad y por lo que se ve a José Coronado el bífidus le sentó mal, o demasiado bien, y decidió quedarse en el hotel.  Ante esta perspectiva, Isaki Lacuesta nos salvó a mí y otros periodistas la difícil papeleta dándonos una entrevista mucho más interesante que su película. Cabe recordar que Isaki es un gran documentalista, ganador de la Concha de Oro por “Los pasos dobles” y un gran cinéfilo, amigo íntimo de Naomi Kawase con quien codirigió “Correspondencia”. Aún no sabemos, eso sí, lo que se le pasó por la cabeza para dirigir “Murieron por encima de sus posibilidades”. 


  Las últimas películas del Festival se pasaron con rapidez, solapándose y haciendo imposible poder ver todas. Parece que ya no hubo mucho más que ofrecer y la correcta “Wild Life” y la tibia “Samba”, de los directores de “Intocable”, dejaron fríos al público del festival. Por la noche, casi de madrugada y sin conceder entrevistas, llegaba Orlando Bloom para presentar “The greasy handes preaches”, un documental salvaje enmarcado dentro de la sección Savage Cinema donde ha hecho las veces de productor. Al día siguiente llegaban Omar Sy y Charlotte Gainsbourg, aunque desgraciadamente el trabajo me llamaba y tuve que volver, muy a mi pesar, y abandonar uno de los mejores Zinemaldia que muchos críticos recordaban. 


Fotografía: Aitor López

No hay comentarios:

Publicar un comentario