Se ha hablado mucho de los triunfadores de la reciente gala
de los Oscars: la victoria moral de 12
años de esclavitud con su galardón a la Mejor película, el tsunami de Gravity al arrasar con todos los premios
técnicos y la entrada en el Hall de la fama de Matthew McConaughey, Jared Leto
y Lupita Nyong´o. Lo que menos se ha comentado han sido los fracasos de la
noche, sin contar, claro está, con la avalancha de fotomontajes que han inundado
la red sobre Leonardo Di Caprio y su particular cruzada con el galardón. La
popularidad del actor de El lobo de Wall
Street ha ensombrecido a la gran frustrada de la noche: La
gran estafa americana. Bien es cierto que David O´Russell siempre ha mantenido
un particular idilio con los académicos de Hollywood, que el filme era bastante
irregular, sobre todo durante su tramo final, y que ha encontrado en Dallas Buyer Club a su principal
enemigo; partían ambas como favoritas en las categorías actorales y de
maquillaje. Aún con todo, resulta un rotundo fracaso el hecho de que O´Russel
no haya podido alzarse con ninguno de los 10 premios a los que optaba. No
obstante, no es la primera vez que se da una hecatombe de tales dimensiones, ni
si quiera resulta la mayor de las derrotas en la dilatada historia de los
Oscars.
Hasta cinco
películas ha conseguido ocho nominaciones sin premio: Lo que queda del día (1993), Ragtime
(1981), El hombre elefante (1980), Historia de una monja (1959) y Quo Vadis (1951). El caso de Quo
Vadis es hasta cierto punto entendible, ya que se disputaba los cuartos con
grandes clásicos como Un americano en
París y Un lugar en el sol, ambos
con 6 premios. En realidad, podemos llegar a entender el fracaso de Quo Vadis, uno de los mayores péplums de la historia del cine, porque
además competía nada más y nada menos que con John Huston y su Reina de África (1 premio) y Elia Kazan
y su Tranvía llamado deseo (4). Con
Akira Kurosawa alzándose con el Oscar a la mejor película extranjera por Rashomon, está claro que 1951 fue un
gran año para el cine, pero un mal año para llevarse un Oscar. Peor resultó 1959 para Fred Zinnemann y su Historia de una monja y para Otto
Preminger y su Anatomía de un asesinato;
con 8 y 7 nominaciones respectivamente. No pudieron hacer nada contra los 11
galardones que William Wyler alzó gracias a la magnánima Ben-Hur.
Curiosamente, Wyler no alcanzó ninguno de los 9 Oscars a los
que optaba con La loba (1941); el
filme de John Ford ¡Qué verde era mi
valle! eclipsó totalmente a Wyler… y también a un Orson Welles que sólo
consiguió una de los 9 estatuillas a las que optaba por su obra magna Ciudadano Kane. Algo parecido le sucedió
a Vidas Borrascosas (1959) que no
consiguió alzarse con ninguna de las 9 premios Oscar estatuillas a las que
estaba nominada. Lo cierto es que la película de Mark Robson no podía competir
con el clásico de David Lean El puente
sobre el río Kwai, pero lo que de verdad fue una verdadera injusticia
durante aquella edición fueron las escasas tres nominaciones de 12 hombres sin piedad o las 6 sin premio
de Testigo de cargo de Billy Wilder.
El fracaso de Martin
Scorsese con su Lobo de Wall Street
no es nada comparado con el desbarato que supusieron las 10 nominaciones sin
recompensa de Gangs of New York
(2002). Cierto es que el montaje de la película estropeó en gran medida lo que
quería hacer el genio de Little Italy y que Adrian Brody estuvo espectacular en
El pianista… pero que Chicago ganara 6 estatuillas, incluyendo
la de mejor película, resultó una afrenta incontestable. A la par en esta
peculiar lista del fracaso hollywoodiense, está la ya comentada La gran estafa americana y el remake de Valor de Ley por los hermanos Cohen,
algo inconcebible si tenemos en cuenta que la edición de 2011 fue una de las
más igualadas que se recuerdan. Aquel año, hasta seis películas se repartieron
los laureles: Origen (4), El discurso del rey (4), La red social (3), Alicia en el país de las maravillas (3), Toy Story 3 (2), y The fighter (2). Ninguna mención para Valor de ley, que partía como favorita
junto al filme de Tom Hooper, a pesar de ser uno de los pocos remakes que han conseguido superar a la
original.
Finalmente, en lo alto, o bajo, de este ranking tenemos con
11 nominaciones y ningún Oscar a Paso
Decisivo (1977) de Hebert Ross y El color púrpura (1985) de Steven
Spielberg. Por un lado, Ross pudo darse
con un canto en los dientes con tan abultado número de nominaciones. Poco podía
hacer frente a Star Wars: Una nueva esperanza (7 premios) y Woody Allen y su Annie Hall, con cuatro premios
incluyendo el de mejor filme. Sin embargo, lo de Spielberg con los Oscar es un
idilio más antiguo que el de O´Russell. A pesar de tener una encarnizada lucha
con Memorias de Africa, que arrasó
con sus 7 galardones, resulta sorprendente que un filme como El color púrpura no obtuviera recompensa
alguna. Lo cierto es que Hollywood, y ante todo sus académicos, han tenido
siempre ciertos prejuicios raciales que han impedido prosperar proyectos y
actores que chocaban ideológicamente con la mentalidad de la industria. Tras el
11 de Septiembre, la Academia premió por primera vez a dos actores de
color en la categoría de Mejor actor y
actriz principal (Denzel Washington y Halley Berry) y durante la pasada gala,
Hollywood decidió redimirse de sus antiguos pecados eligiendo a 12 años de esclavitud, un filme similar
al de Spielberg, como la mejor película del año. Se ha podido leer durante los
últimos días que Estados Unidos se ha redimido así de su pasado esclavista, lo
cual no sólo es totalmente incoherente sino que además resulta un fútil
fundamento para esclarecer cual es la mejor producción del año. Los premios de
la Academia llevan ya mucho tiempo siendo una carrera de fondo, de prebendas y
prejuicios. Sólo así se entiende que clásicos como los mencionados y directores
de la talla de Hitchcock, Hawks, Lang, Welles o Chaplin no cuenten con ninguna
estatuilla.
Buen post, mucha hipocresía desde Hollywood. A mí me gustó mucho más Nebraska o Her pero 12 de esclavitud también es buena peli
ResponderEliminar